lunes, septiembre 25, 2006

Soledad

Mi pérfida amante, nunca me has abandonado. Siempre silenciosa a mi lado, como una alargada sombra en el mediodía de un soleado día de verano. Siempre me recogiste cuando mas hundido estaba. Llenaste de esperanza mis lágrimas y me diste calor con tus suaves abrazos. Supiste escuchar los desvaríos de un loco derrotado con estoica presencia y jamás un reproche salio de tu boca. Nunca te pedí nada, ni exigí nada que tu no estuvieses dispuesta a darme. Nada salvo tenerte sentada a mi lado cuando mis rodillas tocasen suelo por el desaliento. Solo tu mano en mi espalda animándome a retomar el paso. Y yo, yo jamás te reproche nada. Ni siquiera que cojas mi mano para que me quede a tu lado cuando la gente me rodea. Que te cruces en mi camino cuando corro por el frenesí de la pasión. Que llenes mis ojos de tristeza cuando mi corazón bulle de felicidad. Dime entonces, ¿por qué, mi amor, nunca me abandonaras? ¿Por qué nuestro amor es tan grande que nada nos podrá separar? Dime Soledad, ¿por qué exiges mi alma si un día ya te la entregue? Dime mi amada Soledad, ¿por qué llenas mi espíritu de desazón cuando rozo la felicidad?

domingo, septiembre 24, 2006

Un día de lluvia

Oigo el suave repiqueteo de la lluvia al caer sobre el húmedo asfalto, con una cadencia casi somnolienta que te hace entrar en el más profundo trance. Oigo tus pasos acercándose a mis espaldas. Temo darme la vuelta y que no estés ahí. Temo girarme y que te hayas ido sin haber llegado. Abre tu florido paraguas y cúbreme con el. No permitas que me moje esta persistente lluvia. Agárrame del brazo y atráeme hacia ti. Abrázame fuerte hasta fundirme con tu ser. Resguárdame bajo tu ala como el ave que cuida de su progenie y sálvame de esta caprichosa tormenta. Crucemos juntos los charcos y saltemos sobre ellos como dos niños que ven llover por primera vez. Corramos y juguemos, sin importarnos lo mucho que nos mojemos. Acabemos exhaustos y sentémonos en el banco que otrora fue un tronco de un árbol caído. Veamos pasar a la gente mientras nos miran extrañados como dos locos atrapan cada una de las gotas que caen sobre sus cuerpos. Riámonos y vivamos cada momento como el último que vayamos a pasar juntos. Déjame verte sonreír y hazme feliz viéndote reír.

jueves, septiembre 21, 2006

Ven

Ven.
Entra en mis sueños.
Visita los lugares que solo yo conozco.
Acompáñame
y deja que te guíe
por maravillosos mundos.

Ven.
Coge mi mano con fuerza.
Crucemos un mar de esperanza,
donde los barcos
nunca dejan de visitar
nuevas costas.

Ven.
Camina a mi lado.
Atravesemos senderos
que se crean
a nuestros pies
y que solo surcaremos juntos.

Ven.
Vuela conmigo.
Volemos tan alto
que nadie mas pueda alcanzarnos,
donde podamos amarnos
sin reservas.

Ven.
Deja demostrarte
que mis sueños
son tus sueños.
Que todos los caminos que creo
ya los conoces

martes, septiembre 19, 2006

Víspera de destrucción

Seguro que a ti también te ha pasado alguna vez. Te has levantado con una musiquilla en la cabeza de la que no te puedes deshacer. Pues a mi me paso ayer. Tenia metida en la cabeza esta canción, así como las imágenes que tengo asociadas a ella. La primera vez que la escuche fue viendo El Equipo A. Si, resultaría ridículo, lo se. Pero todavía recuerdo como llegaban de nuevo a Vietnam, se metían en sus respectivas habitaciones y comenzaban a recordar la guerra. Miraban fijamente las aspas del ventilador que tenían sobre sus cabezas y se fundía con las imágenes del pasado. De fondo se escuchaba Eve of Destruction de Barry McGuire. He pasado gran parte de la mañana con la canción metida en la cabeza, hasta que mi compañero se ha puesto a cantar. Cantaba una canción de Perales. Un Velero Llamado Libertad. Una canción que habla sobre la libertad, sobre algo sobre lo que ya escribí una vez, la mar. Escapar en un barco y tener solo el océano alrededor. En el otro lado estaba la canción de mi cabeza, una canción que habla sobre la guerra, muerte, destrucción y lo inútil que es todo ello. Los dos lados de mi vida confrontados. La espada y la pluma. Pero, ¿cuál de los dos es más fuerte? ¿Mis creencias de que el ser humano acabara autodestruyéndose o mis ansias de libertad? Me resulta difícil decantarme por uno. O al menos me resultaba, porque nada mas llegar a casa me entero de los maravillosos comentarios del Papa Benedicto y de la reacción musulmana. Esta claro que vivimos en la víspera de la destrucción. Solo nos queda esperar que llegue o disfrutar del barco llamado Libertad hasta que arribe el fatídico final.

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sábado, septiembre 16, 2006

Abrázame

Abrázame.
Rodéame
con tus brazos
y no me sueltes.
Estréchame
contra tu pecho
y resguárdame.
Para el tiempo
en ese mismo instante
y deja que me acomode
en tu regazo.
Que la eternidad
se pare
en ese momento
y que ese momento
sea lo único
que nos mantenga unidos.
Que ni el aire
pueda pasar
entre nuestros cuerpos
entrelazados
y que la nada
nos rodee.
Que solo existamos
tú y yo,
nada más.
Solo dos personas
abrazadas,
cuidándose
la una a la otra
sin que nada perturbe
su unión.

viernes, septiembre 15, 2006

Algo de ti

Que la miel de tus labios
inunde todo mi cuerpo.
Que tu dulce voz
lubrique cada una de las piezas
de mi oxidada mecánica.
Cada una de mis bujías,
cada uno de mis pernos
necesitan de tu miel.
No dejes
que se vuelva a oxidar.
No dejes
que se vuelva a parar
y que el paso del tiempo
deje a este hombre de hojalata
postrado en el camino,
con una estúpida mueca de tristeza
en mi rostro,
mirando al vacío,
esperando una nueva caricia
de tu aliento.

domingo, septiembre 10, 2006

Corre

Corre maldito, corre.
No pares
hasta que se te salga el corazón
por la boca.
No lo dejes
hasta que te estallen
las venas por la presión.

Corre maldito, corre.
Que los músculos
revienten
por el esfuerzo,
que todavía
no te has alejado lo suficiente
de la salida.

Corre maldito, corre.
Que no mereces
estar aquí
y deberías morir
huyendo
como un vulgar cobarde
sin honor.

Corre maldito, corre.
Que no quede
una sola gota de agua
en tu maldito cuerpo
que no hayas sudado
por cada uno
de tus poros.

Corre maldito, corre.
Que todavía queda camino
por donde
poder huir
de tu funesta vida
y no volverme
a estorbar.

Corre maldito, corre.
No te dejes
detener por un traspié.
No dejes
que te atrape,
porque si lo hago
no habrá quien te salve.

jueves, septiembre 07, 2006

Sueños

Suave brisa, hincha mis velas y llévame allá donde mis pesadillas me llevaron. A esa tierra castigada donde una vez moraron los sueños y ahora no reside nada más que el frío glacial. Surquemos los mares y océanos, dejando que nuestra quilla peine las olas que se crucen en nuestro camino. Arribemos en la playa donde los soñadores llegaron con grandes esperanzas y caminemos por aquellos senderos que ellos cruzaron por primera vez. Recorramos a pie todas las colinas y praderas donde los héroes de antaño escribieron una épica epopeya llena de pasión y descansemos en cada una de las piedras que se tiñeron con la sangre de los que una vez quisieron tocar el sol con la punta de los dedos. Recordémosles como se merecen y alcemos un canto en su honor donde podamos recordar cada una de sus hazañas, hechos maravillosos que abrieron el camino de la gente como tú y como yo. Rememoremos sus actos con nuestros actos y hagamos honor a su memoria. Busquemos con ansia voraz los palacios donde se alojaron y yo abriré sus portones por siglos cerrados para que puedas volver a entrar y ver los estragos que han causado el paso del tiempo. Entra y comprueba por ti mismo que ya nadie vive allí. Entra en sus aposentos y ve la enmohecida cama en la que una vez descansaron y mira la cerrada ventana por donde cada mañana entrabas para despertarles y darles la bienvenida a un nuevo sueño. Caminemos sin fatiga y dirijámonos a los escarpados acantilados y veamos el enorme peñasco donde antes se erigía una hermosa torre de translucido cristal. Acércame mi barco para que podamos pasar y recorrerlo. Ver que ya no queda nada de esa maldita torre donde una vez se cobijó la oscuridad. Comprobar que ya no queda nada de ella y que el mal que una vez residió fue expulsado. Sonriamos con felicidad y comprobemos que fue allí donde comenzaron nuestros malos sueños. Hagámosles frente y venzamos. Acabemos donde una vez comenzó y saltemos sobre los afilados riscos donde una vez murió el mal y donde nosotros encontraremos la redención. Acompáñame en mi caída y pósame con mortal suavidad. No me sueltes y aprieta mi languidecente mano mientras compruebo que por fin acabe con la maldición que me acompaño desde que comencé a soñar.

miércoles, septiembre 06, 2006

Reflexiones

Es complicado para alguien que no suele abrir su corazón hacerlo de par en par sin pararse a pensar en las consecuencias de ciertos actos irracionales. Irracionales, porque a pesar de ser meditados y revisados minuciosamente en mi tortuosa mente, son hechos al más puro estilo visceral me racional. Es una mala costumbre que tengo. Pensar mucho las cosas y hacer lo contrario de lo que había decidido. Ser reflexivamente irreflexivo. Una vez alguien me dijo que debía expresar más lo que me carcomía por dentro, porque lo único que iba a conseguir era que me destruyese. No se si entendí bien lo que me dijo, o es que llevo todo al extremo, o que lo que es bueno para unos no es bueno para otros. Lo único que es cierto es que ahora hay momentos en que siento que no solo mi alma se muere por dentro, si no también por fuera. Me considero una persona razonablemente racional, aunque los que me conocen se sorprenden cuando de repente hago algo que es tan extraña para una persona tan cuadriculada. Supongo que por mucho que intento forzarme a mi mismo a creer que puedo dominar mi ser, es él el que se desboca y acaba tomando el control de todo mi ser. Puede resultar extraño que no me arrepienta de ello, pero soy consciente de mis actos y que pueden molestar o incomodar a ciertas personas. Soy de los que creen que no debe arrepentirse uno por los actos realizados de corazón, aunque estos conlleven a ciertos desajustes emocionales. Uno debe ser consecuente con sus actos y si mi ser decide ir por el lado contrario al que mi “racional” mente dicta, allá iremos. Aunque con ello consigamos estamparnos contra el primer muro que nos encontremos. No importa si la vida nos depara un fuerte golpe que acabe con nosotros. Al menos, mi cadáver, postrado en el suelo, sonreirá burlonamente por haber seguido los dictados del corazón y haber dejado a la cuadriculada mente enfrascada en algún crucigrama al que poder doblegar.

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