Capítulo 2: Córdoba: Agárrate las enaguas, porque como te coja…! (2ª Parte)
Llegué con tiempo a Barajas. Me habían adelantado el vuelo media hora, así que me di prisa en llegar hasta la puerta de embarque. Cuando supiese cual era, ya tendría tiempo para relajarme. Pero tuve más tiempo del esperado. Embarcamos con hora y media de retraso. Aunque lo peor fue que había más de docena y media de niños esperando subir al avión. Os podéis llegar a imaginar cómo es eso. Casi medianoche y los niños con sueño y hambre. El que no estaba llorando, estaba correteando de un lado a otro, presas de un subidón de adrenalina que no puede placarse con nada. A mí lo que más me preocupaba es que llegase tarde y perdiese la combinación que me llevaba a mi destino.
El viaje fue tranquilo, dentro de lo que cabe. A parte de los niños en el jardín de infancia en el que se convirtió el avión, no hubo mayores problemas. Llegamos a la hora señalada. Lo cual me dio una satisfacción enorme. Por fin estaba en Buenos Aires.
Llevaba poco equipaje, así que no tuve que esperar a recoger mi maleta. La llevaba conmigo. Una pequeña bolsa azul donde entraba lo necesario para dos días. Cambie veinte euros en pesos argentinos y me dirigí a la puerta de salida. Al abrirse la puerta la vi. Era más bonita de lo que había visto por la pantalla de mi ordenador. Me acerqué sonriendo y al acercarme vi a dos mujeres mas que se movían detrás de ella. Eso me coarto y solo puede decir un simple y seco “hola” (algo que aún hoy me recuerda). Eran una tía y una prima suya. Apenas tuvimos tiempo para saludarnos y dejarlas. Teníamos que tomar un autobús que nos llevase a otro aeropuerto. De Ezeiza a Newbery. Fue rápido. No nos dimos mucha cuenta de cómo sucedió, yo al menos. Estuvimos mirándonos y hablando un poco. No mucho. Todavía teníamos que quitarnos de encima esa especie de shock que entra cuando ves por primera vez a alguien a quien esperas desde hace tiempo.
Era poco el tiempo que iba a estar en Argentina. Eso y la impaciencia por encontrarnos hizo que Maby dejase Córdoba, para irme a buscar a la capital. Iban a ser unas pocas horas mas. Dos o tres. Pero cuando nos vamos a ver tan poco, es una eternidad. Así que volamos desde el aeropuerto de Newbery hasta Córdoba. El vuelo fue sin problemas. Al menos para Maby. Era su primer vuelo y como ella decía: “parece que he nacido en un avión”. Por el contrario, yo estaba atacado. Se movía mucho y tengo un pánico atroz a las alturas. Así que procure no pensar en ello.
Del aeropuerto al hotel fuimos en taxi. Allí nos esperaba Andrea, la hermana pequeña de Maby. Mientras rellenaba la tarjeta del hotel, Maby salió con su hermana a fumar un cigarro. De verdad, que no me enfado porque me dejases solo. Pero como me vuelvas a dejar así, tirado, te arrepentirás… Subimos a la habitación y allí estuvimos hablando los tres. Riéndonos y contando anécdotas tontas.
Poco más puedo contar de los dos días que pase allí, salvo que fueron perfectos. Que hacía calor y que jamás podía haber imaginado estar en tan buena compañía.
Tenía pensado volver el sábado. Y así hubiese sido, pero al ir a confirmar el vuelo de Córdoba a Buenos Aires me informaron que el vuelo que me llevaba a Madrid había sido cancelado y que debería tomar uno que salía una hora y media antes. Horrorizado mire a la tipa de Aerolíneas Argentinas (no es publicidad, es para que todos tengan cuidado, que de cuatro vuelos me cambiaron tres). “No llego” la espeté. “Lo sé. -respondió lacónicamente- Voy a tener que cambiarte todos los vuelos.” En ese momento de enfado escuche la voz de Maby a mi lado. “Bueno, si te retrasan un día el vuelo, podemos ir a comer mañana a casa de mis padres.”. Acepte sin pensármelo. ¿Por qué no? Estaría bien. Y a punto estuvimos de no ir, porque el viernes a la tarde sufrí un pequeño percance. No sé si fue el mate y sus efectos secundarios, para los que no están acostumbrados, o fue un corte de digestión de comer tantos alfajores rellenos de dulce de leche. Pero la cuestión es que estuve medio día con diarrea. Con un dolor de estomago terrible y sin poder separarme del baño. Ella lo paso peor. Verme así la preocupo mucho. Pero le quite importancia. Sabía que eso no duraría mucho. Me repongo rápido. Y para el sábado a medio día ya estaba recuperado. El viaje a Santa Rosa de Calamuchita fue horrible. Tenía todavía el estomago muy delicado y sufrí para llegar. Pero fue bajarme del autobús y todo se me paso.
Nada más poner el pie en tierra nos adelanto un viejo autobús. El autobús del Sr. Díaz. Llegar a Santa Rosa y lo primero que veas es al padre de tu pareja conduciendo el autobús no suele ser muy común. No sé. Seguro que estaba esperando a la vuelta de la esquina a que nosotros pasásemos. Si, seguro. Fue una tarde muy agradable. Volvimos a encontrarnos con Andrea y también tuve el placer de conocer a Patricia y Diego, otros hermanos de Maby, a Ceci, la mujer de Diego y a los padres de Maby. Comimos, hablamos, nos reímos. Fue divertido. Después vinieron varias de las amigas de Maby. Querían ver al tipo raro que recorría medio planeta para ver a su amiga durante dos días. Cuando regresamos a Córdoba, volví con la sensación de haber estado más veces allí. Como si hubiese sido uno de otras tantas tardes que habíamos pasado juntos.
El viaje fue tranquilo, dentro de lo que cabe. A parte de los niños en el jardín de infancia en el que se convirtió el avión, no hubo mayores problemas. Llegamos a la hora señalada. Lo cual me dio una satisfacción enorme. Por fin estaba en Buenos Aires.
Llevaba poco equipaje, así que no tuve que esperar a recoger mi maleta. La llevaba conmigo. Una pequeña bolsa azul donde entraba lo necesario para dos días. Cambie veinte euros en pesos argentinos y me dirigí a la puerta de salida. Al abrirse la puerta la vi. Era más bonita de lo que había visto por la pantalla de mi ordenador. Me acerqué sonriendo y al acercarme vi a dos mujeres mas que se movían detrás de ella. Eso me coarto y solo puede decir un simple y seco “hola” (algo que aún hoy me recuerda). Eran una tía y una prima suya. Apenas tuvimos tiempo para saludarnos y dejarlas. Teníamos que tomar un autobús que nos llevase a otro aeropuerto. De Ezeiza a Newbery. Fue rápido. No nos dimos mucha cuenta de cómo sucedió, yo al menos. Estuvimos mirándonos y hablando un poco. No mucho. Todavía teníamos que quitarnos de encima esa especie de shock que entra cuando ves por primera vez a alguien a quien esperas desde hace tiempo.
Era poco el tiempo que iba a estar en Argentina. Eso y la impaciencia por encontrarnos hizo que Maby dejase Córdoba, para irme a buscar a la capital. Iban a ser unas pocas horas mas. Dos o tres. Pero cuando nos vamos a ver tan poco, es una eternidad. Así que volamos desde el aeropuerto de Newbery hasta Córdoba. El vuelo fue sin problemas. Al menos para Maby. Era su primer vuelo y como ella decía: “parece que he nacido en un avión”. Por el contrario, yo estaba atacado. Se movía mucho y tengo un pánico atroz a las alturas. Así que procure no pensar en ello.
Del aeropuerto al hotel fuimos en taxi. Allí nos esperaba Andrea, la hermana pequeña de Maby. Mientras rellenaba la tarjeta del hotel, Maby salió con su hermana a fumar un cigarro. De verdad, que no me enfado porque me dejases solo. Pero como me vuelvas a dejar así, tirado, te arrepentirás… Subimos a la habitación y allí estuvimos hablando los tres. Riéndonos y contando anécdotas tontas.
Poco más puedo contar de los dos días que pase allí, salvo que fueron perfectos. Que hacía calor y que jamás podía haber imaginado estar en tan buena compañía.
Tenía pensado volver el sábado. Y así hubiese sido, pero al ir a confirmar el vuelo de Córdoba a Buenos Aires me informaron que el vuelo que me llevaba a Madrid había sido cancelado y que debería tomar uno que salía una hora y media antes. Horrorizado mire a la tipa de Aerolíneas Argentinas (no es publicidad, es para que todos tengan cuidado, que de cuatro vuelos me cambiaron tres). “No llego” la espeté. “Lo sé. -respondió lacónicamente- Voy a tener que cambiarte todos los vuelos.” En ese momento de enfado escuche la voz de Maby a mi lado. “Bueno, si te retrasan un día el vuelo, podemos ir a comer mañana a casa de mis padres.”. Acepte sin pensármelo. ¿Por qué no? Estaría bien. Y a punto estuvimos de no ir, porque el viernes a la tarde sufrí un pequeño percance. No sé si fue el mate y sus efectos secundarios, para los que no están acostumbrados, o fue un corte de digestión de comer tantos alfajores rellenos de dulce de leche. Pero la cuestión es que estuve medio día con diarrea. Con un dolor de estomago terrible y sin poder separarme del baño. Ella lo paso peor. Verme así la preocupo mucho. Pero le quite importancia. Sabía que eso no duraría mucho. Me repongo rápido. Y para el sábado a medio día ya estaba recuperado. El viaje a Santa Rosa de Calamuchita fue horrible. Tenía todavía el estomago muy delicado y sufrí para llegar. Pero fue bajarme del autobús y todo se me paso.
Nada más poner el pie en tierra nos adelanto un viejo autobús. El autobús del Sr. Díaz. Llegar a Santa Rosa y lo primero que veas es al padre de tu pareja conduciendo el autobús no suele ser muy común. No sé. Seguro que estaba esperando a la vuelta de la esquina a que nosotros pasásemos. Si, seguro. Fue una tarde muy agradable. Volvimos a encontrarnos con Andrea y también tuve el placer de conocer a Patricia y Diego, otros hermanos de Maby, a Ceci, la mujer de Diego y a los padres de Maby. Comimos, hablamos, nos reímos. Fue divertido. Después vinieron varias de las amigas de Maby. Querían ver al tipo raro que recorría medio planeta para ver a su amiga durante dos días. Cuando regresamos a Córdoba, volví con la sensación de haber estado más veces allí. Como si hubiese sido uno de otras tantas tardes que habíamos pasado juntos.
El sábado a las 10 de la mañana tome el primer vuelo de regreso. Fue terriblemente triste dejar a Maby. Pero sé que pronto volveremos a vernos.
Cuando puse un pie de regreso a Buenos Aires me encontré con Jake que me estaba esperando. “¡Qué raro se me hace verte, chango!” fue una de las primeras frases que me dedicó. Buena gente esta argentina. Su amigo Daniel vino a buscarnos y me llevaron a conocer la capital. Nos pasamos cerca de una hora dando vueltas, sacando fotos desde el coche y tomando mate. Fue encantador encontrarme con Jake. La tengo en mucha estima y espero que algún día devuelva la visita. Sí, estoy haciéndote chantaje emocional. Ahí queda eso. Hablamos y reímos mucho. Pero todo lo bueno se acaba, así que tuve que tomar otro vuelo. Este que me llevaba de regreso a Madrid.
El viaje lo hice al lado de un matrimonio de ancianos que venían de un crucero por la tierra de fuego. Ironías de la vida, eran de un pueblo cercano a Arenys de Mar, en Barcelona, donde he pasado casi todos los veranos de mi juventud. Llegamos a Madrid sin problemas y viendo que estaba avocado a esperar 11 horas en Barajas, me fui a la estación de autobuses y regrese a Bilbao en el primer autobús. Estaba harto de aviones y mi idea no era pasar medio día en Madrid. Tenía ganas de regresar a casa y conectar la webcam para poder volver a ver a Maby. Hacía mucho tiempo que no la veía.
Cuando puse un pie de regreso a Buenos Aires me encontré con Jake que me estaba esperando. “¡Qué raro se me hace verte, chango!” fue una de las primeras frases que me dedicó. Buena gente esta argentina. Su amigo Daniel vino a buscarnos y me llevaron a conocer la capital. Nos pasamos cerca de una hora dando vueltas, sacando fotos desde el coche y tomando mate. Fue encantador encontrarme con Jake. La tengo en mucha estima y espero que algún día devuelva la visita. Sí, estoy haciéndote chantaje emocional. Ahí queda eso. Hablamos y reímos mucho. Pero todo lo bueno se acaba, así que tuve que tomar otro vuelo. Este que me llevaba de regreso a Madrid.
El viaje lo hice al lado de un matrimonio de ancianos que venían de un crucero por la tierra de fuego. Ironías de la vida, eran de un pueblo cercano a Arenys de Mar, en Barcelona, donde he pasado casi todos los veranos de mi juventud. Llegamos a Madrid sin problemas y viendo que estaba avocado a esperar 11 horas en Barajas, me fui a la estación de autobuses y regrese a Bilbao en el primer autobús. Estaba harto de aviones y mi idea no era pasar medio día en Madrid. Tenía ganas de regresar a casa y conectar la webcam para poder volver a ver a Maby. Hacía mucho tiempo que no la veía.
Etiquetas: Ampliando el Mundoblog
13 Comments:
Soy la primera :D
Menuda aventura. Me la he leído con mucho entusiasmo. Me alegro tanto que las cosas salieron bien. Y ojala´ese encuentro tenga un final feliz. Queremos bodorío pronto porque hace muuuuucho que no voy a una boda.
Un abrazo, querido, y que sigas conservando ese amor que has encontrado. Sobre todo mucha salud. Feliz año nuevo!!!!!
AHHHHHHHH!! QUE ROMANTICURA DE RELATO!!
ES COMO SI LO HUBIERA VIVIDO...
Para aclarar al público posible en este blog:
Ya no sé si soy yo o Rizer es yo o ...
mejor le pregunto al Cuchi de mi corazón...
Que potito :)
SIIIIIIIIII, QUE BONITO EL AMOR, QUE ES CAPAZ DE CRUZAR OCEANOS Y CONTINENTES...
QUE BONITO PRACTICAR EN EL AMOR!!!, NO CRES MI QUERIDO HERMANO?, JAJAJAJAJA
che...nos faltó ver la cancha de chacarita!!
y ya hice boleta a esas palomas traidoras.
es por tener contactos en la shakusa japonesa...cosa que ya habrás comprobado, ja!!
che, a mi no se me soborna...soy de sí fácil.
ok
eiva! me alegro q el encuentro fuera tan bien!!
petons!
Vaya, vaya, con lo que me gustan a mi estas historias:):):)
Estáis muy guapos los dos.
Que siga vuestra amistad.
Un abrazo
http://poemasdeshanna.blogia.com
¡ Coño, que de pinga !!!
Felicitaciones !!!
Salud, Genín
Muy bonita historia. Espero que continúe mucho tiempo y os haga felices a los dos.
Besos.
¡Feliz 2008 y gracias por tu visita a mi blog!
Vaya, que gran experiencia...me ha dao hasta envidia sana....
Un saludo, y que se repita muchas veces!
Traigo Diluvios, Lloviznas, Relámpagos y Huracanes. Los traigo de donde vengo: del ojo de la Tormenta...
s´´i...hace rato que no visito...pero bue...
che estoy haciendo una campaña contra un tipo cruel...podés leer en el blog de FF
http://freeway-flyer.blogspot.com/
por favor...así se suma gente.
gracias
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