The long and winding road

A veces la vida esta llena de caminos sinuosos, difíciles de transitar. Con un destino incierto y en ocasiones desagradable. Pero no seré yo el que mire atrás con tristeza por haber caminado por el sendero del turista. Ese camino no lleva a ninguna parte, salvo a la posada de la desdicha, porque para bien o para mal, cada piedra del camino te va enseñando algo. Y de cada tropiezo se puede aprender. Aunque mi destino sea un acantilado escarpado de afiladas rocas en el fondo. Aunque pueda resbalar y caer al vacío, al menos sabré que intente llegar al cielo. Que intente tocar las nubes con la punta de los dedos. Que hay que mirar al frente, sin apartar un ojo de los baches del camino, porque no quiero despeñarme sin ver el final del camino. Quiero verlo con mis propios ojos. Porque soy Perceval en busca del Santo Grial. Porque soy Lancelot amando a mi reina en silencio. No dejare de caminar, aunque mi paso sea lento e, incluso, impreciso por momentos. Aunque se que mi empresa es baldía y solo me traerá cansancio físico y emocional. Pero es un ligero precio a pagar por una sola sonrisa. Y aunque me sienta como Ponce de León y mi búsqueda acabe igual, seguiré a delante. Porque un día ví el paraíso de lejos y me pregunte como seria estar allí. Y cuando decidí iniciar mi marcha, la inicie temblorosa y precipitadamente, como un elefante que entra en una cacharrería. Pero si al final he de quedarme mirando mi meta desde un apartado claro del bosque, me sentare y lo admirare como quien admira a la más bella de las aves por primera vez.