Raramente recuerdo mis sueños. O tal vez es que no sueño. Pero esa noche si he soñado. Al menos eso creo, porque me desperté sobresaltado.
Lo malo de las pesadillas es como te levantas cuando las tienes.
Abrí los ojos y nada mas hacerlo me di cuenta de lo rápido que me latía el corazón y de que estaba empapado en sudor. Era el primer día de trabajo tras las mini vacaciones, así que estaba un poco desubicado. Me deshice de las sabanas y encendí la luz para mirar la hora. Fue entonces cuando me di cuenta de dos cosas: hacia un frío del carajo y ¡me quedaban tres horas para levantarme! Así que me encontré con un problema. Estaba empapado en sudor, pero hacia demasiado frío para destaparme. Vamos, que me esperaban tres horas de lo más amenas. El problema de todo esto es que estas demasiado incomodo para dormir, pero demasiado cansado y con demasiado frío como para levantarte. “Nada, me relajare y ya pasara el tiempo”, pensé. Estuve lo que pareció una eternidad sin moverme, envuelto en mi propio sudor. Procurando no destaparme porque hacia frío. Mire de nuevo el despertador y solo habían pasado veinte minutos. “No se, creo que paré el reloj. Seguro que es mas tarde”. ¡Si, claro! ¡Y George W. Bush dejó el bourbon! Me pase el resto del tiempo discutiendo conmigo sobre lo estúpido que era. Y cuando por fin me entró el sueño, tocó el despertador. Juré en hebreo mientras golpeaba con el puño el despertador. “¡¡¡Ahora tocas!!! ¡¡¡Ahora tocas!!! Me levanté y fui dando saltitos, para no quedarme frío, hasta la ducha. Encendí la estufa y me despojé de la ropa. Me di una reparante ducha, pero no termino de despertarme completamente. Discutir con uno mismo causa estas cosas. Al salir de la ducha huelo algo y me digo: “Si me he duchado”. Veo de reojo la ropa que me acabo de quitar, así que me pongo el albornoz y la recogí. Salí del baño, dirección la lavadora, y… ¡volví a helarme! Corriendo como un poseso me volví a mi habitación. Me seque rápidamente y comencé a vestirme, a resguardarme del frío. Cuando terminé de vestirme volví a darme cuenta de una cosa: “Pero que mal huele”. Lógico, me había llevado la ropa sucia a mi habitación y encima no había abierto la ventana. Así que abrí la ventana y me lleve la ropa a la lavadora. Empezaba a tener la sensación de que estaba paseando la ropa sucia. Tras un desayuno rápido, voy a recoger mi equipo de viaje (lo llamo así porque la cartera que llevo es casi como una pequeña maleta). Nada más encender el móvil sonó la señal que me indicaba que un mensaje me acababa de llegar. ¿Quién podría llamarme a esas horas? Podía imaginármelo. Eneritz, mi compañera de trabajo.
00:07. He llegado hace un rato de Paris. Igual llego un poco tarde, pero intentaré ser puntual. Ya te contare la odisea. Hay de todo y Goofy no estaba.”
En medio segundo saqué varias cosas claras:
1) Las doce de la madrugada y mi compañera ya estaba pensando en el trabajo del día siguiente.
2) Igual no iba llegar tarde. ¡Iba a llegar antes que yo!
3) Estaba agotado y me iba a contar sus vacaciones (¡pues las mías fueron aburridas!).
4) ¡Goofy se había escapado! El miércoles se despidió deseándome unas buenas vacaciones. Yo la respondí con un “dale una patada en los hu… Dale recuerdos a Goofy de mi parte) (Nota del autor: Ante la posibilidad de que menores lean esto, intentaremos abandonar las palabras soeces y malsonantes).
Nada, que ya habíamos acabado las vacaciones. Salí a la calle camino del trabajo, medio dormido y muy abrigado. Y nada más pisar la calle vi mi error: Cuando estas sudando, un ligero frío se magnifica. Cuando sales de la ducha, un ligero frío se magnifica. Pero cuando estas abrigado, te das cuenta de que hace un calor horrible. ¡La madre que me parió! (que pasa, que te paran no es soez) Espero no encontrarme con muchas farolas, que no creo que las vea. ¡Y no soy un quejita!
P.D.: No iba a escribir esto, ya que ayer murió mi abuela, pero tampoco creo que deba estar triste. Tuvo una vida larga y no sufrió en su final.
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