Se apagó una luz
Eran las 19:07 del martes. Estaba enfrascado en el trabajo. Demasiado trabajo, como el último mes y medio. De repente, el sonido del móvil me saco de mi abotargamiento. Mire de reojo la pantalla y vi el nombre de Natxo (Darkhorse) en ella. Al momento supe lo que había sucedido. Respire profundamente, intentando deshacer el nudo que se había formado en mi estomago y descolgué. Solo atiné a decir un “hola” y escuche la voz rota de mi amigo. “Se ha muerto. Mi madre se ha muerto”. Me levante de mi asiento y comencé a dar vueltas por mi oficina intentando dar palabras de aliento que no encontraba e intentando reprimir mis lagrimas. “Avisa a todos, por favor” me dijo antes de que nos despidiésemos. Claro que lo haría. Había muchas personas pendientes de tenderle una mano en unos momentos tan duros. Lo más fríamente que pude avise a todas aquellas personas que estaban tan preocupados como yo por Natxo y su familia. Conseguí transmitir sus palabras a todos como pude, aunque no pude reprimir las lágrimas cuando hable con mi hermana. Al igual que yo, hemos conocido a Domi desde que éramos unos niños y los dos nos pusimos a llorar. Aunque anunciada, la muerte de un ser querido siempre es dura.
En este ultimo tramo de su vida, no fui a visitarla en ningún momento. Es algo que no puedo hacer por dos razones completamente egoístas: la primera, porque no podría resistir las lagrimas al ver a alguien a quien aprecio en ese estado y no seria de gran ayuda moral; la segunda, porque no quiero tener en el recuerdo una imagen suya así. Prefiero cerrar los ojos y recordarla cuando se asomaba a la ventana para llamar a Natxo cuando era la hora de comer, sentada en el sofá cuando iba a buscar a mi amigo o abriéndome la puerta y diciéndome “esta donde siempre”, llamándonos la atención cuando íbamos a salir y nos decía eso de “no bebáis mucho, tened cuidado”, cuando me paraba a hablar con ella mientras estaba colgando la ropa, cuando celebramos los cumpleaños cuando éramos niños,… Por mucho que lo intento, no recuerdo ninguna ocasión en la que nos levantase la voz ni nos tratase de mala manera (y momentos seguro que le dimos en estos treinta años). Y con esto, sobre todo me quedaré. Siempre la he considerado una buena persona y el no recordar ninguna mala palabra ni ningún mal gesto me lo confirma.
Buen viaje Domi. Estate tranquila que nosotros cuidaremos de los tuyo. Un beso.
En este ultimo tramo de su vida, no fui a visitarla en ningún momento. Es algo que no puedo hacer por dos razones completamente egoístas: la primera, porque no podría resistir las lagrimas al ver a alguien a quien aprecio en ese estado y no seria de gran ayuda moral; la segunda, porque no quiero tener en el recuerdo una imagen suya así. Prefiero cerrar los ojos y recordarla cuando se asomaba a la ventana para llamar a Natxo cuando era la hora de comer, sentada en el sofá cuando iba a buscar a mi amigo o abriéndome la puerta y diciéndome “esta donde siempre”, llamándonos la atención cuando íbamos a salir y nos decía eso de “no bebáis mucho, tened cuidado”, cuando me paraba a hablar con ella mientras estaba colgando la ropa, cuando celebramos los cumpleaños cuando éramos niños,… Por mucho que lo intento, no recuerdo ninguna ocasión en la que nos levantase la voz ni nos tratase de mala manera (y momentos seguro que le dimos en estos treinta años). Y con esto, sobre todo me quedaré. Siempre la he considerado una buena persona y el no recordar ninguna mala palabra ni ningún mal gesto me lo confirma.
Buen viaje Domi. Estate tranquila que nosotros cuidaremos de los tuyo. Un beso.
Etiquetas: Pensamientos